En el cuadro
Monumento imperial a la mujer-niña vemos muchas de las
obsesiones que perseguían a
Dalí en los años de la mayor efervescencia
surrealista, como los leones, un monstruo blando tomado del
Gran masturbador, la temida figura paterna, numerosas alusiones a la sexualidad y una primera aparición de la famosa pareja del
Ángelus de Millet que posteriormente se convertiría en un icono de la imagenería daliniana.